En mi casa ya es oficial. El frío ha llegado, la calefacción ya empieza a funcionar y, lo que más me gusta de todo... Me puedo pasear de esta guisa por casa sin que nadie me mire mal.
Porque, que levante la mano quién no se ha paseado nunca así por las habitaciones y pasillos congelados de su piso! Yo, debo confesarlo, soy una loca de las mantas. No puedo vivir sin ellas en ninguna época del año. Deben ser un par de noches al verano en las que no las utilizo cuando me tumbo en la cama para ver una peli, porque el resto de año y haga la temperatura que haga, allí estamos mi manta y yo.
Este frikismo mantil se ve claramente reflejado en mi pisito, en el que te tropiezas con una manta a cada paso, en cada habitación y con propósitos tan dispares como los tipos de mantas que tengo.
Además, como también soy una loca de las bufandas, en clase me envuelvo en ellas a modo manta para sentirme como en casa. Sí, loca total.
Mi máximo es la del salón, la que encuentras cuando estiras la mano en el momento en el que ya estás plenamente relajada y te entra ese sueñecillo tonto.
Esta tiene una pinta de ser perfecta para el verano.... mmmmm
Luego, por supuesto, están las a b s o l u t a m e n t e necesarias, las que están en la cama, o cerca de ella. Tus mejores compañeras de siesta, tus amigas fieles en lar largas noches de insomnio, tu protectoras en tu enfermedad, tus cariñosas acompañantes en esas mañanas de resaca... esas nunca pueden fallar.
Lo confieso, yo tengo dos de estas, en los pies de mi cama, que me acompañan incansables.
Y por último tenemos las decorativas. Aquellas que son requetemonas y requetebuenas que da hasta angustia desdoblarlas. Que están perfectamente ubicadas en un lugar estratégico de la casa en el que adornan, decoran y dan "caliu", como diríamos en catalán, al hogar.
No es nuevo para nadie mi obsesión pura por las escaleras de mano... (AQUÍ).
Casa de montaña, casa de madera, casa acogedora. Estas mantas estarían allí, seguro!
¿Sois de manta vosotras? ¿Dónde las guardáis en casa?
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